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Gárgolas, las figuras de piedra
Lo cierto es que cuando asociamos la palabra gárgola a tales esculturas monstruosas estamos comenzando la historia por el final porque, tanto en su origen como en la actualidad, el término designa en construcción al caño o canalón por donde se vierte el agua de los tejados.
Del canalón a la gárgola de piedra
Empecemos por una prueba contundente: el vocablo gárgola proviene del francés gargouille (gargouiller, producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo), y este del latín gargărīzo, y que a su vez deriva del griego, hacer gárgaras. En segundo lugar, las gárgolas como desagües pluviales han sido documentadas desde el tiempo de las antiguas civilizaciones como la egipcia, la griega, la etrusca y, por supuesto, la romana. Al comienzo se elaboraban en madera, ya que la construcción en piedra tenía un costo más elevado. Con el correr del tiempo, a la función utilitaria se le sumó el componente estético, de modo que los canalones comenzaron a variar en sus formas y materiales y a presentar terminaciones ornamentales, como cabezas de animales.
Gárgolas pétreas en iglesias y catedrales
Es durante la Edad Media, cuando la Iglesia Católica Romana se hacía más fuerte, que la definición de gárgola se comenzó a asociar casi con exclusividad a las esculturas imponentes y horrorosas que decoraban las iglesias y catedrales. Como la mayoría de la población se componía de gente analfabeta, las imágenes eran muy eficaces para transmitir determinadas ideas. La creencia popular sostenía que estas figuras ahuyentaban o mantenían alejados a los malos espíritus, convirtiendo al recinto que defendían en un lugar seguro. Además, la impresión que causaban provocaba tal estupor que también contribuían a aumentar la cantidad de conversiones. Aun así, las gárgolas nunca abandonaron su función arquitectónica, es decir, la evacuación del agua de los tejados.
Restauración en piedra
En la actualidad, la utilidad de las gárgolas es indiscutido. El agua se presenta como uno de los enemigos, sino el mayor enemigo, a la hora de la construcción y una de las primeras causas de la restauración en piedra en edificios y viviendas. El agua no solo causa problemas estéticos, sino graves daños estructurales que resultan en el deterioro del edificio y terminan por afectar el valor del inmueble. Las humedades o manchas en las fachadas son ocasionadas muchas veces por un desagüe defectuoso del agua. Las gárgolas se convierten entonces en grandes aliadas, ayudando a alejar todo lo posible el agua del plano de la fachada.
Piedra natural
Además de los problemas más visibles al exterior de los edificios, el exceso de agua también puede provocar humedades en el interior de las viviendas. Para contrarrestar estos efectos nocivos del agua, se debe evitar que ésta se estanque y ocasione problemas. Las gárgolas en piedra natural, un material que garantiza dureza y resistencia, alejan o "lanzan" el agua retenida y ayudan a la preservación del edificio. Otra de las ventajas de la utilización de gárgolas es el bajo nivel de ruido a la hora de la evacuación. Para un óptimo funcionamiento de la gárgola, no olvide verificar que el agua pueda correr libremente por ella, es decir, que no esté obstruida. Por todo esto, a la hora de construir o emprender la rehabilitación de una edificación, "espante los malos espíritus" del agua con gárgolas de piedra natural.